Lo que nos dejó el primer semestre del 2025

En un abrir y cerrar de ojos, llegamos a la mitad del 2025. Mientras los titulares celebran los máximos históricos del S&P 500 y el Nasdaq, los inversionistas que miran más allá de la superficie saben que no ha sido un camino lineal. Este año ha estado marcado por contrastes: recuperaciones que desafían la lógica, un apetito voraz por la inteligencia artificial y una economía que, contra todo pronóstico, se mantiene sólida.

Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? Para entender hacia dónde vamos, hay que revisar cómo llegamos hasta aquí.

A primera vista, el mercado parece haber tenido un buen desempeño. El S&P 500 cerró junio alcanzando nuevos récords, y el Nasdaq volvió a brillar con el impulso del sector tecnológico. Sin embargo, lo que no muestran los promedios es que entre febrero y abril, los principales índices llegaron a caer más de 20% antes de recuperar todo el terreno perdido en apenas semanas. La rapidez de estas oscilaciones no es nueva, pero cada vez es más extrema. Desde el 2020, los ciclos de caída y rebote se han comprimido en plazos más cortos, y 2025 no ha sido la excepción.

Detrás de esta aceleración hay un cambio profundo. El rol de los inversionistas minoristas, amplificado por redes sociales, ha cambiado la dinámica de los mercados. Lo que antes tomaba meses en gestarse ahora puede ocurrir en días. Casos como AST SpaceMobile muestran cómo una narrativa atractiva puede atraer capital sin necesidad de resultados financieros sólidos, y cómo los fondos institucionales se suman para aprovechar esa inercia.

A pesar del ruido externo —nuevos aranceles, tasas de interés elevadas, tensiones políticas—, la economía estadounidense ha mostrado una capacidad de adaptación notable. Parte de esa resistencia podría explicarse por la flexibilidad laboral actual: plataformas, trabajos por encargo y modelos de autoempleo permiten que muchas personas sigan generando ingresos, incluso ante despidos. Esto evita que se active el típico ciclo de recesión en el que cae el empleo, baja el consumo y se contrae la economía.

Además, las estadísticas del primer trimestre (como la caída del PBI) deben leerse con cuidado. Muchas empresas adelantaron compras para anticiparse al impacto de nuevos aranceles, generando distorsiones temporales. Todo indica que el segundo y tercer trimestre mostrarán cifras más sólidas gracias al efecto rebote.

Mientras tanto, el entusiasmo por la inteligencia artificial sigue al rojo vivo. Dos años después del lanzamiento de ChatGPT, las inversiones en IA han explotado. Grandes nombres como Microsoft o Meta se han posicionado estratégicamente, pero también han surgido decenas de startups que queman efectivo sin un modelo de negocio claro. Algunas, como XAI de Elon Musk, han tenido que recurrir a financiamiento mediante deuda para continuar operando.

A diferencia de casos históricos como Amazon, que generaba flujo de caja desde sus inicios, muchas de estas empresas operan en una lógica de “crecer a cualquier costo”. Eso eleva las valoraciones a niveles difíciles de justificar. Si el apetito por riesgo se enfría, podríamos ver una corrección significativa en este segmento durante la segunda mitad del año.

Y mientras algunas compañías luchan por sobrevivir en este entorno competitivo, las grandes tecnológicas siguen acumulando caja. Si las valuaciones de las startups caen lo suficiente, podrían ser adquiridas sin activar alertas antimonopolio. Eso abriría una nueva etapa de consolidación.

Otro sector en ebullición es el de los activos digitales. Bitcoin acumula un alza de más de 15% en lo que va del año, pero otras criptomonedas como Ethereum han retrocedido. Curiosamente, el verdadero avance no está en los tokens, sino en la infraestructura. Empresas como JPMorgan, PayPal o Stripe ya integran stablecoins en sus operaciones, y Circle —la creadora de USDC— logró salir a bolsa con una demanda sorprendente.

Pero no todo es tan claro. El modelo de negocio de los emisores de stablecoins sigue en debate. Coinbase, por ejemplo, gana más con USDC que la propia Circle, gracias a un acuerdo que le permite captar los intereses generados por las reservas. Aun así, la eficiencia de este sistema como medio de pago es innegable, y podría reemplazar parte del backend actual sin que el usuario final lo note.

Y como si todo esto fuera poco, la movilidad autónoma también empezó a tomar protagonismo en 2025. Uber está en conversaciones para adquirir la filial estadounidense de Pony.ai, una empresa que ya opera vehículos sin conductor en China y en algunas zonas de California. A diferencia de lo que muchos piensan, este no será un mercado de “ganador único”. Muchas compañías están desarrollando tecnología que luego será licenciada a fabricantes tradicionales. La revolución del transporte podría estar más cerca de lo que imaginamos.

Lo que se viene

El primer semestre del año nos deja una fotografía clara: mercados más sensibles, expectativas cada vez más exigentes y una economía que no responde a los patrones tradicionales. La segunda mitad del 2025 promete ser igual de desafiante.

Para los inversionistas que entienden el contexto, las oportunidades seguirán apareciendo. Pero ya no basta con reaccionar. Hay que anticiparse. Porque en un entorno donde todo cambia tan rápido, quien no se adapta, se queda atrás.

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