La inflación en Estados Unidos dio un respiro en julio. El índice de precios al consumidor (CPI) registró un aumento de 2.7% interanual, frente al 2.8% proyectado, lo que podría abrir la puerta a un recorte de tasas por parte de la Reserva Federal el próximo mes.
Aun así, la lectura no es del todo alentadora. La inflación subyacente, que excluye los precios de alimentos y energía, experimentó su mayor incremento mensual desde enero, indicando que las presiones inflacionarias de fondo siguen presentes.
En el sector automotriz, los precios de autos nuevos se mantuvieron estables pese a las preocupaciones por los aranceles, mientras que los autos usados subieron un 0.5% ante un alza generalizada en los costos de transporte.
Este balance mixto deja a los mercados atentos a las próximas decisiones de política monetaria, en un escenario en el que cada décima en el dato de inflación cuenta.