Esta semana se activaron los nuevos aranceles del presidente Trump. Las tarifas oscilan entre 10% y 50%, pero la más polémica es la tarifa del 100% a chips y semiconductores importados.
El mensaje es claro: si las empresas quieren venderle a EE.UU., tendrán que fabricar dentro del país.
Algunas compañías ya se alinearon. Samsung y SK Hynix recibieron una exoneración, gracias a su compromiso de instalar plantas en suelo estadounidense.
Apple también esquivó un golpe fiscal, tras anunciar una nueva inversión de $100 mil millones, sumando a los $500 mil millones ya prometidos.
Este endurecimiento comercial llega justo cuando la Reserva Federal empieza a cambiar el tono.
Mary Daly, presidenta de la Fed de San Francisco, advirtió que si el mercado laboral se debilita, la caída será rápida y profunda.
Y aunque Jerome Powell se mantiene cauteloso, el mercado ya descuenta un recorte de tasas en septiembre con más de 93% de probabilidad.
¿Qué significa esto para los inversionistas?
Un entorno donde las tasas bajan mientras los costos de importación suben genera oportunidades y nuevos riesgos.
Las empresas que logren adaptarse rápido al nuevo orden de producción serán las que lideren el próximo ciclo.