En un movimiento que marca un nuevo capítulo en la relación entre Silicon Valley y la defensa, el Departamento de Defensa de EE.UU. adjudicó contratos de hasta 200 millones de dólares cada uno a Google, OpenAI, Anthropic y xAI —la compañía de Elon Musk— para escalar la inteligencia artificial militar.
El objetivo de estos contratos es desarrollar flujos de trabajo agénticos, es decir, con capacidad para actuar de manera autónoma en misiones críticas, desde gestión de amenazas hasta optimización de operaciones militares.
Este giro es posible gracias a un cambio regulatorio reciente: el presidente Donald Trump derogó restricciones impuestas a la IA en entornos gubernamentales, permitiendo una adopción más rápida y menos controlada de estas tecnologías.
Con la inteligencia artificial ganando terreno en los conflictos del futuro, la pregunta no es si se usará, sino hasta dónde dejaremos que decida.