Donald Trump vuelve a encender las alarmas del mercado. Según The Wall Street Journal, estaría considerando anunciar en los próximos meses a su candidato para suceder a Jerome Powell como presidente de la Reserva Federal, a pesar de que su mandato recién culmina en mayo de 2026.
Para Trump, Powell ha sido un obstáculo: no ha recortado las tasas como él esperaba, incluso cuando diversos sectores pedían estímulo. En una reciente declaración, Trump no se contuvo:
“Se va pronto, por suerte. Es terrible.”
Powell, por su parte, ha adoptado una postura más cautelosa. Ha evitado hacer recortes agresivos ante el riesgo de que los nuevos aranceles comerciales puedan impulsar la inflación hacia finales de este año. Desde su perspectiva, actuar con demasiada prisa podría costarle caro a la economía.
Pero el contexto político pesa. Trump necesita una narrativa de crecimiento económico en un año electoral complejo. Y si no logra influir directamente en las decisiones de la Fed, lo hará simbólicamente: anunciar un reemplazo anticipado podría debilitar la autoridad de Powell, enviar una señal a los mercados y moldear las expectativas de política monetaria.
¿Por qué importa esto? Porque si los inversionistas creen que se vienen recortes de tasas, el mercado podría reaccionar positivamente en el corto plazo. Ya lo hemos visto antes: basta una insinuación de que la Fed será más “dócil” para que las bolsas se disparen.
La batalla por el control de la narrativa económica ya empezó, y Powell está en el centro del tablero. Lo que ocurra en estos meses podría ser decisivo no solo para el mercado estadounidense, sino también para los flujos globales de capital.
¿Estamos ante un cambio anticipado de rumbo en la política monetaria? ¿O solo frente a una estrategia electoral agresiva?
