Después de años de expectativas y promesas, Tesla finalmente lanzó su robotaxi en Austin, Texas. Un momento decisivo que pone a prueba no solo su tecnología, sino también la credibilidad de una visión futurista que Elon Musk viene anunciando desde hace casi una década: autos que se manejan completamente solos, sin necesidad de conductor.
Sin embargo, este debut está lejos de ser masivo. El servicio, por ahora, es limitado y solo por invitación, lo que deja fuera al público general y plantea interrogantes sobre la seguridad y viabilidad de su sistema Full Self-Driving.
Waymo ya lleva la delantera
Mientras Tesla da sus primeros pasos reales en este terreno, Waymo —la filial de Alphabet (Google)— ya opera en múltiples ciudades de EE.UU. con más de 10 millones de viajes autónomos completados. Es decir, no solo tiene más experiencia, sino también datos reales que respaldan su tecnología.
Esto coloca a Tesla en una posición desafiante: necesita demostrar que su sistema no solo es innovador, sino también seguro, competitivo y escalable.
El verdadero reto: escalar y convencer
El objetivo de Elon Musk es claro: tener entre cientos de miles y más de un millón de vehículos autónomos en circulación para finales de 2025.
Pero lograrlo no será fácil. Implica:
– Ampliar rápidamente su infraestructura de producción.
– Superar los múltiples cuestionamientos sobre la seguridad del Full Self-Driving.
– Enfrentar regulaciones aún poco claras en EE.UU. y otros países.
La industria de la movilidad autónoma es una de las más prometedoras y también de las más riesgosas. No solo por su complejidad tecnológica, sino porque cualquier fallo puede tener consecuencias legales, financieras y humanas.
¿Es una revolución o solo un experimento?
Este primer paso en Austin podría ser el inicio de una nueva era o un costoso error si no logra escalar y competir.
Lo que está claro es que la carrera por el dominio de los vehículos autónomos ya no es teórica: es real, está en marcha y será feroz.